El cerebro detrás de los buggies Yo-Go es Samuel Bailey. Este ingeniero automotriz quería ofrecer a los londinenses una alternativa al costoso coche eléctrico y encontró la solución en China, donde los buggies son fabricados por la empresa Marshell.
Cada uno cuenta con una pequeña batería de 5 kWh que alimenta un motor eléctrico de 4 kW y ofrece una autonomía de 48 kilómetros. La carga se realiza a través de la red de farolas de Londres o de un panel solar instalado en el techo, que, tras un día de sol, puede proporcionar una recarga de 9,6 kilómetros.
Sin embargo, a pesar de toda su ingeniosa electrónica, un buggy Yo-Go sigue siendo un carrito de golf, ¿verdad? De hecho, el vehículo está homologado para circular por las carreteras del Reino Unido, por lo que ahora está clasificado como cuatriciclo L6e. Su carrocería también ha sido rediseñada para hacerlo más práctico y resistente a la intemperie.
Aun así, mi miedo a convertirme en el hazmerreír de los usuarios de la carretera de la capital no se alivia al ver mi buggy de prueba esperándome en el aparcamiento de Yo-Go en Parsons Green. El pequeño vehículo parece estar a solo un par de pasos de los rickshaws que abarrotan el West End londinense.
¿Y para qué necesita la ciudad otra solución eléctrica de «movilidad personal»? Mi escepticismo no se ve ayudado por la cuestionable protección contra la intemperie del buggy, su interior de plástico básico (aunque los dos asientos parecen cómodos) y sus dos maleteros traseros, que no se pueden bloquear.
Al menos los pedales marcados como «Stop» y «Go» parecen infalibles y, salvo los intermitentes y el limpiaparabrisas, hay pocos extras que distraigan al conductor inexperto. Conducir el buggy es simplemente cuestión de «desbloquearlo», abrocharse el cinturón, seleccionar la posición «D» y pisar el pedal de «Go».
Gracias a su bajo peso, el buggy avanza con facilidad; gracias a una regeneración de frenos bastante agresiva, también se detiene con facilidad. La suspensión delantera independiente absorbe lo peor de los caminos maltratados de la zona, y aunque el buggy es angosto, su vía es lo suficientemente ancha como para superar los amortiguadores de velocidad.
